La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Sábado, 2026-06-13 lo siguiente:
Is 61, 1-3a
Salmo Responsorial Sal 88, 2-3. 4-5. 21-22. 25 y 27
Lc 10, 1-9
1 Reyes 18, 41-46
Dijo Elías a Ajab: «Sube, come y bebe, porque ya se oye el rumor de la lluvia.»
Subió Ajab a comer y beber, mientras que Elías subía a la cima del Carmelo, y se encorvó hacia la tierra poniendo su rostro entre las rodillas.
Dijo a su criado : «Sube y mira hacia el mar.» Subió, miró y dijo: «No hay nada.» El dijo: «Vuelve.» Y esto siete veces.
A la séptima vez dijo: «Hay una nube como la palma de un hombre, que sube del mar.» Entonces dijo: «Sube a decir a Ajab: Unce el carro y baja, no te detenga la lluvia.»
Poco a poco se fue oscureciendo el cielo por las nubes y el viento y se produjo gran lluvia. Ajab montó en su carro y se fue a Yizreel.
La mano de Yahveh vino sobre Elías que, ciñéndose la cintura, corrió delante de Ajab hasta la entrada de Yizreel.
Salmo 102
R. El Señor es compasivo y misericordioso
Bendice, alma mía, al, Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía al Señor, y no olvides sus beneficios. R.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. R.
La misericordia del Señor dura por siempre, su justicia pasa de hijos a nietos: para los que guardan la alianza. R.
Aleluya Cf. Lc 2, 19
Dichosa es la Virgen María, que conservaba la palabra de Dios, meditándola en su corazón.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41-51
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando
terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran
sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a
buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén
en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros,
escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban
asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
-«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos
angustiados.»
Él les contestó:
-«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió
bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Lectura del primer libro de los Reyes 19, 19-21
En aquellos días, Elías se marchó del monte y encontró a Eliseo, hijo de Safat,
arando con doce yuntas en fila, y él llevaba la última.
Elías pasó a su lado y le echó encima su manto.
Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió: Déjame decir adiós
a mis padres; luego vuelvo y te sigo.
Elías contestó: Ve y vuelve, ¿quién te lo impide? Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta
de bueyes y los mató, hizo fuego con los aperos, asó la carne y ofreció de comer a
su gente.
Luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a sus órdenes.
Salmo responsorial Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 9-10.
V/. Tú eres, Señor, el lote de mi heredad.
R/. Tú eres, Señor, el lote de mi heredad.
V/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: Tú eres mi bien.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano. R/.
Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye
internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R/.
V/. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas y mi carne descansa
serena: porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la
corrupción. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 5, 33-37
En aquel tiempo, dijo, Jesús a sus discípulos: Sabéis que se mandó a los antiguos:
«No jurarás en falso» y «Cumplirás tus votos al Señor».
Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni
por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del
Gran Rey.
Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo.
A vosotros os basta decir sí o no.
Lo que pasa de ahí viene del Maligno.