La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Jueves, 2026-03-19 lo siguiente:
Lectura del segundo libro de Samuel 7, 4-5a. 12-14a. 16
En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: -«Ve y dile a mi siervo David: “Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre.”»
Salmo responsorial Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29 (R.: 37)
R. Su linaje será perpetuo.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas
las edades. Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has
afianzado tu fidelidad.» R.
Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: «Te fundaré un linaje
perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» R.
É1 me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.» Le mantendré
eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable. R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
4, 13. 16-18. 22 Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenido por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: «Te hago padre de muchos pueblos.» Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia.» Por lo cual le valió la justificación.
Aleluya y versículo antes del evangelio Sal 83, 5
Dichosos los que viven en tu casa, Señor, alabándote siempre.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 16. 18-21. 24a
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
-«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Palabra del Señor.
Lectura del libro del Éxodo 32, 7-14
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés:
—«Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de
Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho
un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Éste es tu
Dios, Israel, el que te sacó de Egipto."»
Y el Señor añadió a Moisés:
—«Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a
encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo.»
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios:
—«¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de
Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Tendrán que decir los egipcios: “Con
mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la
superficie de la tierra"? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza
contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste
por ti mismo, diciendo: "Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del
cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para
que la posea por siempre."»
Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.
Salmo responsorial Sal 105, 19-20. 21-22. 23 (R/.: 4a)
R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de fundición; cambiaron su
gloria por la imagen de un toro que come hierba. R/.
Se olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios en Egipto, maravillas
en el país de Cam, portentos junto al mar Rojo. R.
Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero Moisés, su elegido, se puso en la brecha frente
a él, para apartar su cólera del exterminio. R/.
Versículo antes del evangelio Jn 3, 16
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único; todos los que creen en él
tienen vida eterna.
Lectura del santo evangelio según san Juan 5, 31-47
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
—«Si yo doy testimonio de mi mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da
testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mi.
Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es
que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os
salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un
instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me
ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me
ha enviado.
Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis
escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque
al que él envió no le creéis.
Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están
dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria
de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre
propio, a ése si lo recibiréis.
¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la
gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre,
hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a
Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos,
¿cómo daréis fe a mis palabras?»