La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Viernes, 2026-02-06 lo siguiente:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 2, 19-20
Hermanos: Para la Ley yo estoy muerto, porque la Ley me ha dado muerte; pero así vivo para Dios. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.
Salmo responsorial Sal 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 (R.: 5)
R. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba
de risas, la lengua de cantares. R.
Hasta los gentiles decían: El Señor ha estado grande con ellos. El Señor ha estado
grande con nosotros, y estamos alegres. R.
Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que
sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. R.
Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus
gavillas. R.
Aleluya y versículo antes del evangelio Mt 28, 19a. 20b
Id y haced discípulos de todos los pueblos -dice el Señor-; yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: -«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
Lectura del libro del Eclesiástico 47, 2-13
Como la grasa es lo mejor del sacrificio, así David es el mejor de Israel.
Jugaba con leones como con cabritos, y con osos como con corderillos; siendo un
muchacho mató a un gigante, removiendo la afrenta del pueblo, cuando su mano
hizo girar la honda, y derribó el orgullo de Goliat. Invocó al Dios Altísimo, quien
hizo fuerte su diestra para eliminar al hombre aguerrido y restaurar el honor de
su pueblo.
Por eso le cantaban las mozas, alabándole por sus diez mil.
Ya coronado, peleó y derrotó a sus enemigos vecinos, derrotó a los filisteos hostiles,
quebrantando su poder hasta hoy.
De todas sus empresas daba gracias, alabando la gloria del Dios Altísimo; de todo
corazón amó a su Creador, entonando salmos cada día; trajo instrumentos para
servicio del altar y compuso música de acompañamiento; celebró solemnemente
fiestas y ordenó el ciclo de las solemnidades; cuando alababa el nombre santo, de
madrugada, resonaba el rito.
El Señor perdonó su delito y exaltó su poder para siempre; le confirió el poder real
y le dio un trono en Jerusalén.
Salmo responsorial Sal 17, 31. 47 y 50. 51
V/. Sea ensalzado mi Dios y Salvador.
R/. Sea ensalzado mi Dios y Salvador.
V/. Perfecto es el camino de Dios, acendrada es la promesa del Señor, él es escudo
para los que a él se acogen. R/.
V/. Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador: Te daré
gracias entre las naciones, Señor, y tañeré en honor de tu nombre. R/.
V/. Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu Ungido, de David y
su linaje por siempre. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 6, 14-29
En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó
hablar de él.
Unos decían: Juan Bautista ha resucitado, y por eso los ángeles actúan en él.
Otros decían: Es Elías.
Otros: Es un profeta como los antiguos.
Herodes, al oírlo, decía: Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado.
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel
encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de
su hermano Felipe, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su
hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de
conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre
honrado y santo, y lo defendía.
En muchos asuntos seguía su parecer y lo escuchaba con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus
magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados.
El rey le dijo a la joven: Pídeme lo que quieras, que te lo doy.
Y le juró: Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.
Ella salió a preguntarle a su madre: ¿Qué le pido? La madre le contestó: La cabeza
de Juan el Bautista.
Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: Quiero que ahora
mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.
El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso
desairar1a.
En seguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan.
Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la
joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.