El siguiente es el orden de lecturas de la Santa Misa para el día Domingo, 28 de Abril de 2024 (año litúrgico B) según el Leccionario del Misal Romano, reformado por mandato del Concilio Vaticano II y promulgado por su Santidad el Papa Pablo VI:
1 Co 1, 18-25
Salmo Responsorial Sal 116, 1. 2
Mc 1, 14-20
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 9, 26-31
En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los
discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente
discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles.
Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y
cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús.
Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando
públicamente el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de
lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo
bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso.
La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo
y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu
Santo.
Salmo responsorial Sal 21, 26b-27. 28 y 30. 31-32 (R/.: 26a)
R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea. (O bien: Aleluya.)
Cumpliré mis votos delante de sus fieles. Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan: viva su corazón por siempre. R/.
Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia se
postrarán las familias de los pueblos. Ante él se postrarán las cenizas de la
tumba, ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R/.
Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá, hablarán del Señor a la
generación futura, contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: todo lo que
hizo el Señor. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 18-24
Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra
conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es
mayor que nuestra conciencia y conoce todo.
Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios.
Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y
hacemos lo que le agrada.
Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y
que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.
Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto
conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Aleluya Jn 15, 4. 5b
Permaneced en mí, y yo en vosotros
—dice el Señor—;
el que permanece en mí da fruto abundante.
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo
poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en
mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así
tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése
da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego
los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que
deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis
discípulos míos.»
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