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MISA MIÉRCOLES DE LA TRIGÉSIMA TERCERA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 2022

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La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Miércoles, 2022-11-16 lo siguiente:

  • Santa Gertrudis, virgen 2022:

    PRIMERA LECTURA DE LA MISA

    Comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano

    Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 3, 14-19

    Hermanos: Doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, pidiéndole que, de los tesoros de su gloria, os conceda por medio de su Espíritu robusteceros en lo profundo de vuestro ser, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento;y así, con todos los santos, lograréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios.

    SALMO RESPONSORIAL

    Salmo responsorial Sal 22, 1-3. 4. 5. 6 (R.: 1)

    R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
    El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar;me
    conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas;me guía por el sendero justo,
    por el honor de su nombre. R.
    Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y
    tu cayado me sosiegan. R.
    Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;me unges la cabeza con
    perfume, y mi copa rebosa. R.
    Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en
    la casa del Señor por años sin término. R.

    EVANGELIO DE LA MISA

    Jn 15, 1-8

    Notas

  • MIÉRCOLES DE LA TRIGÉSIMA TERCERA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 2022:

    Tiempo Ordinario.

    PRIMERA LECTURA DE LA MISA

    Santo es el Señor, soberano de todo;el que era y es y viene

    Lectura del libro del Apocalipsis 4, 1-11

    Yo, Juan, miré y vi en el cielo una puerta abierta;la voz con timbre de trompeta que
    oí al principio me estaba diciendo: Sube aquí y te mostraré lo que tiene que
    suceder después.
    Al momento caí en éxtasis.
    En el cielo había un trono y uno sentado en el trono.
    El que estaba sentado en el trono brillaba como jaspe y granate, y alrededor del
    trono había un arco iris que brillaba como una esmeralda.
    En círculo alrededor del trono había otros veinticuatro tronos, y sentados en ellos
    veinticuatro ancianos con ropajes blancos y coronas de oro en la cabeza.
    Del trono salían relámpagos y retumbar de truenos;ante el trono ardían siete
    lámparas, los siete espíritus de Dios, y delante se extendía una especie de mar
    transparente, parecido al cristal.
    En el centro, alrededor del trono, había cuatro seres vivientes cubiertos de ojos por
    delante y por detrás: el primero se parecía a un león, el segundo a un novillo, el
    tercero tenía cara de hombre y el cuarto parecía un águila en vuelo.
    Los cuatro seres vivientes, cada uno con seis alas, estaban cubiertos de ojos por
    fuera y por dentro.
    Día y noche cantan sin pausa: «Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo;el
    que era y es y viene».
    Y cada vez que los cuatro seres vivientes gritan gloria y honor y acción de gracias al
    que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos.
    Los veinticuatro ancianos se postran ante el que está sentado en el trono, adorando
    al que vive por los siglos de los siglos, y arrojan sus coronas ante el trono
    diciendo: «Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y la
    fuerza, por haber creado el universo: por tu voluntad fue creado y existe».

    SALMO RESPONSORIAL

    Salmo responsorial Sal 150, 1-2. 3-4. 5-6

    V/. Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo.
    R/. Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo.
    V/. Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento.
    Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza.
    Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras;alabadlo con
    tambores y danzas, alabadlo con trompetas y flautas. R/.
    V/. Alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes.
    Todo ser que alienta alabe al Señor. R/.

    EVANGELIO DE LA MISA

    ¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco?

    Lectura del santo Evangelio según San Lucas 19, 11-28

    En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola;el motivo era que estaba cerca de
    Jerusalén y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a
    otro: Dijo, pues: Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el
    título de rey, y volver después.
    Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles:
    Negociad mientras vuelvo.
    Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras de él una embajada para
    informar: «No queremos que él sea nuestro rey».
    Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había
    dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.
    El primero se presentó y dijo: Señor, tu onza ha producido diez.
    El le contestó: Muy bien, eres un empleado cumplidor;como has sido fiel en una
    minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades.
    El segundo llegó y dijo: Tu onza, señor, ha producido cinco.
    A ése le dijo también: Pues toma tú el mando de cinco ciudades.
    El otro llegó y dijo: Señor, aquí está tu onza;la he tenido guardada en el pañuelo;te
    tenía miedo porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y
    siegas lo que no siembras.
    El le contestó: Por tu boca te condeno, empleado holgazán.
    ¿Con que sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no
    siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría
    cobrado con los intereses.
    Entonces dijo a los presentes: quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez.
    Le replicaron: Señor, si ya tiene diez onzas.
    Os digo: Al que tiene se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene.
    Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en
    mi presencia.
    Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

Contenido actualizado el 2012-01-10T00:00:00Z