La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Miércoles, 2024-01-24 lo siguiente:
Ef 3, 8-12
Salmo Responsorial Sal 36, 3-4. 5-6. 30-31
Jn 15, 9-17
Lectura del segundo libro de Samuel 7, 4-17
En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: Ve y dile a mi siervo
David: Así dice el Señor: «¿Eres tú quien me va a construir una casa para que
habite en ella? Desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto hasta hoy, no
he habitado en una casa, sino que he viajado de acá para allá con los israelitas;
¿encargué acaso a algún juez de Israel, a los que mandé pastorear a mi pueblo
Israel, que me construyese una casa de cedro? » Pues bien, di esto a mi siervo
David: Así dice el Señor de los Ejércitos: «Yo te saqué de los apriscos, de andar
tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel.
Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso
como a los más famosos de la tierra.
Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y
en adelante no permitiré que animales lo aflijan como antes, desde el día que
nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel.
Te pondré en paz con todos tus enemigos, te haré grande y te daré una dinastía.
Cuando hayas llegado al término de tu vida y descanses con tus padres, estableceré
después de ti a un descendiente tuyo, un hijo de tus entrañas, y consolidaré su
reino.
El edificará un templo en mi honor y yo consolidaré su trono real para siempre.
Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo; si se tuerce, lo corregiré con varas
y golpes, como suelen los hombres, pero no le retiraré mi lealtad, como se la
retiré a Saúl, al que aparté de mi presencia.
Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia y tu trono durará por
siempre».
Natán comunicó a David toda la visión y todas estas palabras.
Salmo responsorial Sal 88, 4-5. 27-28. 29-30.
V/. Le mantendré eternamente mi favor.
R/. Le mantendré eternamente mi favor.
V/. Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David mi siervo: Te fundaré un
linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades. R/.
V/. El me invocará: Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora;
y yo lo nombraré mi primogénito, excelso entre los reyes de la tierra.
V/. Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable; le daré
una posteridad perpetua y un trono duradero como el cielo. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 4, 1-20
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago.
Acudió un gentío tan enorme, que tuvo que subirse a una barca; se sentó y el gentío
se quedó en la oril1a.
Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: Escuchad: Salió el
sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los
pájaros y se lo comieron.
Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no
era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta
de raíz, se secó.
Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron y no dio grano.
El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o
del sesenta o del ciento por uno.
Y añadió: El que tenga oídos para oír que oiga.
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el
sentido de las parábolas.
El les dijo: A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en
cambio a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que «por más que
miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los
perdone».
Y añadió: ¿No entendéis esta parábola ? ¿Pues cómo vais a entender las demás ? El
sembrador siembra la palabra.
Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero en
cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos.
Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso, al escucharla la acogen
con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes, y cuando viene una dificultad
o persecución por la Palabra, enseguida sucumben.
Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la
Palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo
lo demás los invaden, ahogan la Palabra, y se queda estéril.
Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la Palabra, la
aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.