La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Jueves, 2019-10-03 lo siguiente:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 7-14
Hermanos: Todo lo que para mí era ganancia lo consideré pérdida comparado con Cristo;más aún, todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe. Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos. No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí. Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.
SALMO RESPONSORIAL Sal 39, 2 y 4ab. 7. 8-9. 10 (R.: 8a y 9a)
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor;él se inclinó y escuchó mi grito;me puso en la boca
un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. R.
Tu no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído;no pides
sacrificio expiatorio. R.
Entonces yo digo: «Aquí estoy -como está escrito en mi libro- para hacer tu
voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R
He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;no he cerrado los labios;Señor,
tú lo sabes. R.
Aleluya Mt 23, 9b. 10b
Uno solo es vuestro Padre, el del cielo, y uno solo es vuestro consejero, Cristo.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 9-14
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: -«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo;el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros;ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.” El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo;sólo se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador.” Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Lectura del libro de Nehemías 8, 1-4a. 5-6. 7b-12
En aquellos días, todo el pueblo se congregó como un solo hombre en la plaza que
hay ante la puerta del agua.
Dijeron al escriba Esdras que trajera el libro de la ley de Moisés que el Señor había
prescrito a Israel.
Esdras trajo el libro a la asamblea de hombres y mujeres y de todos los que podían
comprender.
Era el día primero del mes séptimo.
Leyó el libro en la plaza que hay ante la puerta del agua, desde el amanecer hasta el
mediodía, en presencia de hombres, mujeres y de los que podían comprender;y
todo el pueblo estaba atento al libro de la ley.
Esdras, el escriba, estaba de pie sobre un estrado de madera, que habían hecho para
el caso.
Esdras abrió el libro a vista del pueblo, pues los dominaba a todos, y cuando lo
abrió, el pueblo entero se puso en pie.
Esdras pronunció la bendición del Señor Dios grande, y el pueblo entero, alzando
las manos, respondió: «Amén, Amén»;se inclinó y se postró rostro a tierra ante
el Señor.
Mientras los levitas explicaban al pueblo la ley, el pueblo permanecía en sus
puestos.
Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de
forma que comprendieron la lectura.
Nehemías, el Gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que
enseñaban al pueblo decían al pueblo entero: Hoy es un día consagrado a nuestro
Dios: No hagáis duelo ni lloréis (porque el pueblo entero lloraba al escuchar las
palabras de la ley).
Y añadieron: Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a
quien no tiene preparado, pues es un día consagrado a nuestro Dios.
No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza.
Los levitas acallaban al pueblo diciendo: Silencio;no estéis tristes, que es un día
santo.
Por fin el pueblo se fue a comer y beber, a repartir alimentos y a organizar una gran
fiesta porque habían comprendido lo que les habían enseñado.
Salmo responsorial Sal 18, 8. 9. 10. 11
V/. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
R/. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
V/. La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma;L el precepto del Señor es
fiel e instruye al ignorante. R/.
V/. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón;la norma del Señor es
límpida y da luz a los ojos. R/.
V/. La voluntad del Señor es pura y eternamente estable;los mandamientos del
Señor son verdaderos y enteramente justos. R/.
V/. Más preciosos que el oro, más que el oro fino;más dulces que la miel de un
panal que desti1a. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 10, 1-12
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó por delante, de
dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.
Y les decía: La mies es abundante y los obreros pocos rogad, pues, al dueño de la
mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos.
No llevéis talega ni alforja, ni sandalias;y no os detengáis a saludar a nadie por el
camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de
paz, descansará sobre ellos vuestra paz;si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan: porque el obrero
merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo
que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: «está cerca de vosotros el
Reino de Dios».
Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: «Hasta el
polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre
vosotros. De todos modos sabed que está cerca el Reino de Dios».
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.