La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Lunes, 2012-01-09 lo siguiente:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 1, 21-30
Hermanos: Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en este dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Convencido de esto, siento que me quedaré y estaré a vuestro lado, para que avancéis alegres en la fe, de modo que el orgullo que sentís por mí en Jesucristo rebose cuando me encuentre de nuevo entre vosotros. Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo, de modo que, ya sea que vaya a veros o que tenga de lejos noticias vuestras, sepa que os mantenéis firmes en el mismo espíritu y que lucháis juntos como un solo hombre por la fidelidad al Evangelio, sin el menor miedo a los adversarios; esto será para ellos signo de perdición, para vosotros de salvación, todo por obra de Dios. Porque a vosotros se os ha concedido la gracia de estar del lado de Cristo, no sólo creyendo en él, sino sufriendo por él, estando como estamos en el mismo combate; ése en que me visteis una vez y que ahora conocéis de oídas.
Comienzo del primer libro de Samuel 1, 1-8
Había un hombre sufita oriundo de Ramá, en la serranía de Efraín, llamado Elcaná,
hijo de Yeroján, hijo de Elihu, hijo de Toju, hijo de Suf, efraimita. Tenía dos
mujeres: una se llamaba Ana y la otra Fenina; Fenina tenía hijos, y Ana no los
tenía. Aquel hombre solía subir todos los años desde su pueblo, para adorar y
ofrecer sacrificios al Señor de los Ejércitos en Siló, donde estaban de sacerdotes
del Señor los dos hijos de Elí, Jofní y Fineés.
Llegado el día de ofrecer el sacrificio, repartía raciones a su mujer Fenina para sus
hijos e hijas, mientras que a Ana le daba sólo una ración; y eso que la quería, pero
el Señor la había hecho estéril.
Su rival la insultaba, ensañándose con ella para mortificarla, porque el Señor la
había hecho estéril.
Así hacía año tras año; siempre que subían al templo del Señor, solía insultarla así.
Una vez Ana lloraba y no comía.
Y Elcaná su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras y no comes? , ¿por qué te afliges?
¿No te valgo yo más que diez hijos?
Salmo responsorial Sal 115, 12-13. 14 y 17. 18-19.
V/. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
R/. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
V/. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la
salvación, .
invocando su nombre. R/.
V/. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre.
Señor. R/.
V/. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo; en el atrio de la
casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 1, 14-20
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de
Dios.
Decía: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed la
Buena Noticia.
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran
pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo del Zebedeo, y a su hermano Juan, que
estaban en la barca repasando las redes.
Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon
con él.