La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Sábado, 2024-06-08 lo siguiente:
1 Reyes 18, 41-46
Dijo Elías a Ajab: «Sube, come y bebe, porque ya se oye el rumor de la lluvia.»
Subió Ajab a comer y beber, mientras que Elías subía a la cima del Carmelo, y se encorvó hacia la tierra poniendo su rostro entre las rodillas.
Dijo a su criado : «Sube y mira hacia el mar.» Subió, miró y dijo: «No hay nada.» El dijo: «Vuelve.» Y esto siete veces.
A la séptima vez dijo: «Hay una nube como la palma de un hombre, que sube del mar.» Entonces dijo: «Sube a decir a Ajab: Unce el carro y baja, no te detenga la lluvia.»
Poco a poco se fue oscureciendo el cielo por las nubes y el viento y se produjo gran lluvia. Ajab montó en su carro y se fue a Yizreel.
La mano de Yahveh vino sobre Elías que, ciñéndose la cintura, corrió delante de Ajab hasta la entrada de Yizreel.
Salmo 102
R. El Señor es compasivo y misericordioso
Bendice, alma mía, al, Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía al Señor, y no olvides sus beneficios. R.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. R.
La misericordia del Señor dura por siempre, su justicia pasa de hijos a nietos: para los que guardan la alianza. R.
Aleluya Cf. Lc 2, 19
Dichosa es la Virgen María, que conservaba la palabra de Dios, meditándola en su corazón.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41-51
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando
terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran
sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a
buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén
en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros,
escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban
asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
-«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos
angustiados.»
Él les contestó:
-«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió
bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 4, 1-8
Querido hermano: Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y
muertos, te conjuro por su venida en majestad: Proclama la palabra, insiste a
tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda paciencia y deseo de
instruir.
Porque vendrá un tiempo en que la gente no soportará la doctrina sana, sino que,
para halagarse el oído, se rodearán de maestros a la medida de sus deseos; y,
apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas.
Tú estate siempre alerta: soporta lo adverso, cumple tu tarea de evangelizador,
desempeña tu servicio.
Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente.
He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.
Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará
en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida.
Salmo responsorial Sal 70, 8-9. 14-15ab. 16-17. 22
V/. Mi boca contará tu auxilio, Señor.
R/. Mi boca contará tu auxilio, Señor.
V/. Llena estaba mi boca de tu alabanza y de tu gloria, todo el día.
No me rechaces ahora en la vejez, me van faltando las fuerzas, no me abandones.
V/. Yo seguiré esperando, redoblaré tus alabanzas; mi boca contará tu auxilio, y
todo el día tu salvación. R/.
V/. Contaré tus proezas, Señor mío, narraré tu victoria, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.
V/. Yo te daré gracias, Dios mío, con el arpa, por tu lealtad; tocaré para ti la cítara,
Santo de Israel. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 12, 38-44
En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y les decía: ¡Cuidado con los letrados
! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza,
buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los
banquetes; y devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos.
Esos recibirán una sentencia más rigurosa.
Estando Jesús sentado enfrente del cepillo del templo, observaba a la gente que iba
echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y
echó dos reales.
Llamando a su discípulos, les dijo: Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el
cepillo más que nadie.
Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha
echado todo lo que tenía para vivir.