La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Miércoles, 2024-06-05 lo siguiente:
Hch 26, 19-23
Salmo Responsorial Sal 116, 1. 2
Jn 10, 11-16
Comienzo de la segunda carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 1, 1-3. 6-12
Pablo, apóstol de Jesucristo por designio de Dios, llamado a anunciar la promesa de
vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido: te deseo la gracia,
misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.
Doy gracias a Dios, a quien sirvo con pura conciencia, como mis antepasados,
porque tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día.
Aviva el fuego de la gracia de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos;
porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía,
amor y buen juicio.
No tengas miedo de dar la cara por nuestro Señor y por mí, su prisionero.
Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según las fuerzas que Dios te dé.
El nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque
antes de la creación, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia,
por medio de Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado por medio del
Evangelio, al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó
a la luz la vida inmortal.
De este Evangelio me han nombrado heraldo, apóstol y maestro, y ésta es la razón
de mi penosa situación presente; pero no me siento derrotado, pues sé de quién
me he fiado y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para asegurar
hasta el último día el encargo que me dio.
Salmo responsorial Sal 122, 1-2a. 2bcd
V/. A ti, Señor, levanto mis ojos.
R/. A ti, Señor, levanto mis ojos.
V/. A ti levanto mis ojos, a ti, que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores.
V/. Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están
nuestros ojos en el Señor Dios nuestro, esperando su misericordia. R/.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 12, 18-27
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús saduceos, de los que dicen que no hay
resurrección, y le preguntaron: Maestro, Moisés nos dejó escrito: «Si a uno se le
muere su hermano, dejando mujer pero no hijos, cásese con la viuda y dé
descendencia a su hermano» Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó
y murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo
mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió la mujer.
Cuando llegue la resurrección y vuelvan a la vida, ¿de cuál de ellos será mujer?
Porque los siete han estado casados con el1a.
Jesús les respondió: Estáis equivocados, porque no entendéis la Escritura ni el
poder de Dios.
Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del
cielo.
Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés,
en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: «Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios
de Isaac, el Dios de Jacob» ? No es Dios de muertos, sino de vivos.
Estáis muy equivocados.